Lo peor de sufrir acoso escolar en Internet por los propios compañeros de nuestros hijos (ciber acoso), o acoso sexual por parte de adultos (grooming), es que la información que se ha vertido en La Red muchas veces termina en tantos lugares que resulta muy difícil borrar el pasado de nuestros hijos. Aunque ellos logren olvidar, a lo largo del camino otros volverán a recordarles lo sucedido.
Las fotos, los videos y todas las acusaciones vertidas contra ellos pueden extenderse de tal modo, que sea imposible hacerlas desaparecer. Por no hablar de los propios medios de comunicación, que a veces, sin mala intención publican datos que pueden permitir la identificación de los menores.
Pero existen más causas y más riesgos cuando se trata de velar por su futuro. Las dimensiones de Internet son tan grandes, que La Red ha adquirido conciencia y ahora tiene una gran memoria.
Hace poco me sorprendió una noticia de como cientos de personas al ver una grabación en video donde propinan una paliza a un individuo, y tras haberla publicado en Internet, lograron identificar a los agresores empleando básicamente los nombres propios que se oyen en la grabación. Sin embargo los supuestos agresores han recibido amenazas y algunos de ellos dicen que han sido identificados erróneamente. No importa si han sido ellos o no, el caso es que ya están siendo estigmatizados y reconocidos como culpables y nadie los ha juzgado previamente. Lo sucedido dejará testimonio en los medios de comunicación, las redes sociales y en su futuro profesional. Puedes leerlo aquí.
En los medios digitales todo queda registrado. No importa si sucedió ayer o hace diez años, los documentos, las noticias y todo lo demás permanece y Google es capaz de encontrarlo. Suponiendo que consigamos borrarlo, la caché de Google permanecerá un poco más y siempre habrá personas que almacenarán algunas de las fotos o los videos que bajaron de Internet, lo que puede provocar una redifusión posterior.
Algunas personas que comparten contenidos en Internet con amigos, no son conscientes de que éstos a su vez pueden reproducir dichos contenidos en otros medios, o que incluso el propio usuario, dada la complejidad de las opciones de las Redes Sociales, probablemente terminará por compartir estos contenidos con más personas de las que deseaba. Cosas que resultan graciosas y quizás dichas sin mala intención en un foro reducido de amigos cercanos, pueden ser interpretadas de manera diferente en otros entornos.
¿Qué pasaría si antes de contratarnos en una empresa alguien investigara todo lo que se sabe sobre nosotros en Internet? ¿Contratarían a alguien que fue acusado de apalizar a otras personas hace quince años? ¿Contratarían a un profesor que a veces ha dicho en foros y chats que mataría a sus alumnos?
Antes de que nuestros hijos se adentren en el mundo de Internet, deberíamos enseñarles a seguir ciertas normas y pautas que les hagan pensar en si lo que están haciendo es correcto, adecuado, peligroso o si puede generarles daño en un futuro.
En primer lugar, los chavales deberían saber que el ordenador que emplean habitualmente para conectarse a Internet ha de tener un mantenimiento correcto, porque si su funcionamiento se degrada o alguien consigue acceder ilegalmente a lo que contiene, nos podemos ver en serios aprietos.
Instalar un antivirus de los muchos que hay en el mercado, así como un firewall para protegerse de ataques externos y emplear herramientas que localicen y eliminen cualquier rastro de aplicaciones, malware o spyware que hayan llegado a nuestro ordenador a través de la navegación por Internet, son aspectos que los menores deberían conocer.
Casi todos los antivirus incorporan ya su propio firewall, que además viene configurado por defecto. Muchos de estos antivirus son gratuitos y en caso de que alguno de ellos no lleve firewall, puede configurarse adecuadamente el que lleva el propio sistema operativo Windows y que ha mejorado bastante desde sus inicios.
En Windows Vista el sistema de control parental nos permite:
En Windows 7, además los menores pueden solicitarnos autorización a webs para las que no tienen acceso y podemos ejercer control sobre la lista de contactos de nuestros hijos en Windows Live Hotmail, Messenger y Spaces.
Normalmente estas herramientas incluidas en los propios sistemas operativos son más básicas y menos potentes que los productos específicos diseñados expresamente para este tipo de tarea.
Así algunas de estas herramientas específicas tendrán control del acceso a las redes sociales, emitir informes detallados, permitirán a los padres conectarse desde su ordenador o desde el trabajo al ordenador del hijo, etc.
Los padres tenemos miedo de que nuestros hijos accedan en Internet a contenidos poco adecuados para su edad o madurez y a que puedan conocer a personas que se acerquen a ellos con intenciones deshonestas. Tampoco queremos que estén expuestos al acoso escolar por parte de compañeros o personas cercanas. En este artículo veremos qué aproximaciones podemos tomar para protegerlos.
Del mismo modo que cuando salen de casa queremos saber a dónde se van, con quién, a qué hora volverán y qué es lo que van a hacer, en Internet, debemos plantearnos las mismas cuestiones.
Parece que hoy en día, por querer proteger a nuestros hijos y estar bien informados de lo que hacen, no somos buenos padres, si no que se defiende o alienta la idea general de que estamos inmiscuyéndonos en su vida privada y personal.
Si no recuerdo mal, hasta los catorce años nuestros hijos están totalmente y en todos los aspectos bajo nuestra custodia y por decirlo de alguna manera “no tienen más derechos que los que nosotros queramos darles”. Que debemos respetarlos es cierto, pero que los menores de hoy en día gozan a veces de demasiada libertad e incluso la exigen, también. Nunca olvide recordarles que usted como padre, es responsable de los daños que causen, precisamente por ser ellos menores.
Como decía mi padre, “prefiero que el día de mañana me recrimines mi celo, que tener que ir a verte al cementerio o culparme todos los días por haber abierto demasiado la mano”.
En cualquier caso, lo que aquí vamos a explicar no es como espiar a nuestros hijos o como vulnerar sus derechos. Los padres tenemos derecho a educarlos según nuestra ideología, principios y valores, y lo que para unos puede ser excesivo o intrusivo, para otros puede no serlo. Por eso daremos herramientas que se adapten a las necesidades de cada familia y a su manera de ser, porque los padres no podemos educar en unos valores o unas normas en las que ni nosotros mismos creemos, sobre todo cuando nuestros hijos nos presionen y nos pongan a prueba, cosa que pasará muchas veces.
Dados los riesgos a los que están sometidos nuestros hijos en Internet, los padres cada vez nos preguntamos más qué es lo que podemos hacer para reducirlos o tenerlos bajo control. Lo primero que tenemos que tener claro, es que las soluciones perfectas no existen, pero tampoco podemos cerrar los ojos y mirar hacia otra parte esperando que no suceda nada.
Nuestros hijos navegan accediendo a foros, chats, artículos, videos, redes sociales y en todos los casos querremos limitar los contenidos a los que acceden, las búsquedas que realizan, las personas con las que se relacionan y la información que dan sobre ellos mismos o sobre las personas cercanas.
No solo la privacidad y seguridad de nuestros hijos puede estar en riesgo si dicen lo que no deben, sino también la del resto de la familia.
Cuando hablamos de control parental me estoy refiriendo a las herramientas o aplicaciones que nos permiten bloquear o limitar el acceso a determinados contenidos en Internet y vigilar las actividades que se realizan en los ordenadores que emplean nuestros hijos.
La mayoría de las soluciones disponibles en Internet son de pago, aunque existen algunas que son gratuitas o que al menos permiten probar primero la aplicación para ver si cumple con nuestras expectativas. Las hay que funcionan sobre la base de un pago reducido mensual, mientras que otras permiten la compra del programa y su uso de por vida mediante un único pago. También existen herramientas de las propias operadoras como ONO, Orange, France Telecom o Telefónica que pueden ayudarnos a controlar lo que nuestros hijos ven.
Existen herramientas especializadas dedicadas solo a esto y también suites o paquetes de protección que engloban el control parental, el antivirus, firewall y demás herramientas para proteger el ordenador de programas malintencionados y de los hackers.
No basta con que el fabricante del software nos diga que los niños o adolescentes están seguros. Según un informe de la Unión Europea, nuestros chavales han aprendido a saltarse estos sistemas de seguridad cuando no son bien aplicados por parte de los padres o si la aplicación de control que hemos adquirido está pobremente programada. Por no hablar del hecho de que si un menor detecta dicho fallo y aprende a saltarse esa limitación, pronto lo publicará en Internet y todos sabrán hacerlo.
Hace algún tiempo conocí a un adolescente al que le gustaba correr con su moto. Su padre le compró el mejor casco que pudo encontrar junto a una chaqueta que amortiguaba los daños en caso de accidente y también se aseguró de que la moto tuviera los mejores frenos de disco.
Iba bien protegido, pero de nada le sirvió cuando se mató a 150 km/h contra un muro tras perder el control en una curva. El accidente se produjo en las peores circunstancias y sin ninguna medida capaz de amortiguar la fuerza del impacto. A esa velocidad, el casco, la chaqueta y demás elementos protectores simplemente no pudieron hacer nada por él.
Todos estamos de acuerdo en que prevenir el accidente y las causas que lo produjeron hubiera sido la mejor opción. Pero también podrían haberse dado otras medidas de seguridad o estrategias adicionales para mitigar el daño. Esas barreras de seguridad habrían ido cayendo una tras otra reduciendo la probabilidad de muerte. Por ejemplo, podía haberse limitado la velocidad máxima de la moto o su aceleración.
Los padres deseamos ser amigos de nuestros hijos, pero ellos ya tienen amigos, normalmente más de los que desearíamos (y no siempre los que más nos gustarían). Sin embargo, solo tienen un padre y una madre, y si nosotros no ejercemos dicha función, nadie más lo hará. No nos equivoquemos, el papel de controlar donde están y qué hacen, es nuestro. Está claro que es un rol que no nos resulta divertido, nos gustaría poder malcriarlos como hacen los abuelos o sus tíos, pero entonces, ¿quién les enseñaría a tener sentido común y a asumir las consecuencias de un error?
La mejor forma de evitar que corran riesgos innecesarios no es controlar lo que hacen, pues si tenemos que llegar a ese punto, algo previamente se ha hecho mal. Todas las medidas son necesarias, pero lo ideal es que las primeras alarmas salten antes de que el riesgo haya existido o el daño se haya producido. La primera fase es la de educar y prevenir.
Permitir a nuestros hijos que pasen horas en Internet conectados con su portátil en su habitación, está claramente desaconsejado. Cuando los menores interactúan un breve lapso de tiempo en las redes sociales o conversan, no suelen cometer errores. Conforme las conversaciones se alargan o se tontea más, terminan por bajar la guardia y por olvidar las normas y consejos que se les dieron. Así que cuanto más tiempo pasen conectados en la soledad de su habitación, existen más posibilidades de que “los cacen” por estar más confiados. Se sienten cómodos y seguros en su habitación y trasladan esa confianza a lo que dicen, sin darse cuenta de que Internet no forma parte de su habitación ni del entorno seguro que ven al alzar la vista de la pantalla.
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En este artículo trataremos algunos casos de acoso escolar y sexual sufridos por menores. Muchas personas no se imaginan la gravedad de los riesgos a los que pueden verse sometidos los menores hasta que conocen casos reales.
En la Universidad de Rutgers, en EEUU, Tyler Clementi le pidió a su compañero de cuarto que le dejara solo unas horas, pero otro compañero que se presentó en la habitación vio a Tyler enrollarse con otro chico y dejó una cámara grabando los hechos. Luego publicó ese video y otros posteriores en Internet. Cuando Tyler se enteró no pudo soportarlo y decidió suicidarse. Todo el mundo sabía ahora que era gay.
En el exclusivo colegio de mujeres Marymount de Nueva York, las alumnas fundaron una página web para que se pudiera votar cual era la estudiante más promiscua. Los creadores del foro pedían el voto para “la más zorra del sistema escolar”. Naturalmente era posible votar anónimamente y sin justificar el voto con prueba alguna. Cualquier chica podía ser acusada de ser la más zorra.
Nunca dañar la imagen de alguien en Internet ha sido más fácil. Antes el acoso tradicional sucedía en la escuela y terminaba fuera de dicho entorno. Con los años, perder la relación con el centro originario y los alumnos que lo provocaron alejaba el riesgo de los viejos fantasmas. Pero hoy, cualquier medida tomada contra los menores deja rastro en La Red y cualquier persona puede años más tarde reunir de nuevo información sobre el pasado de una persona, arruinando su carrera futura.
El anonimato en La Red permite dañar la integridad y la credibilidad de algunas personas sin ser incriminados por falsas acusaciones posteriormente. En una ocasión se llegó a afirmar que un determinado joven era culpable de cierto crimen y para cuando se comprobó que dichas acusaciones eran falsas, grupos radicales le habían dado una paliza al supuesto culpable, que resultó ser inocente.
El otro día vimos las herramientas que nos sirven para conocer o limitar las páginas web a las que acceden nuestros hijos. En aquellos momentos limitábamos los contenidos a los que accedían. Pero probablemente también querremos que no pasen demasiadas horas al día navegando, jugando o utilizando el ordenador para acceder a Internet.
Por otra parte es recomendable que si están demasiado tiempo frente al ordenador, hagan paradas para descansar la vista. Y en cualquier caso, tampoco querremos que estén todo el día utilizándolo por lo que nos interesará fijar las franjas horarias en que pueden usarlo y el máximo número de horas diarias, semanales o mensuales que pueden dedicarle al cacharro en cuestión.
Por eso, hoy trataremos de conocer algunas herramientas adecuadas para limitar la utilización del ordenador por parte de nuestros hijos, así como la posibilidad de fijar horarios para el acceso a redes sociales, chats, juegos online, con la intención de que no pasen demasiado tiempo frente al ordenador. Se trata de que aprovechen el tiempo y de que establezcamos junto con ellos, un tiempo razonable al día para que accedan a sus webs favoritas.
La mayoría de estas herramientas son de pago. Solamente el iMonitorPC, disponible en http://www.imonitorpc.com/ es gratuito, aunque hasta hoy, el procedimiento para crear una cuenta en dicha web no funciona correctamente, por lo que me ha sido imposible probarlo.
En el artículo anterior hablábamos de diferentes acercamientos o estrategias a la hora de garantizar la seguridad de nuestros hijos en Internet. El acercamiento más suave o menos agresivo, es aquel donde confiamos plenamente en la capacidad de nuestros hijos para tomar sus propias decisiones y donde por su edad y su actitud en situaciones anteriores, creemos que tienen la suficiente madurez para que les permitamos moverse sin restricciones.
El objetivo de este acercamiento es que el menor aprenda a moverse en un medio nuevo a partir de las recomendaciones o avisos que le darán las aplicaciones instaladas en el ordenador. Partimos de la premisa de que hará caso de ellas.
Evidentemente este acercamiento tiene algunas limitaciones y riesgos como ya comentamos en el artículo “Herramientas de control parental” y no es recomendable para la mayoría de menores.
Existen también herramientas que prohíben el acceso a determinados contenidos al menor dependiendo de la edad, pero donde pueden solicitar y justificar el acceso a los mismos. De tal modo, que los padres reciben un email con dicha solicitud y pueden actuar en consecuencia facilitando el acceso a contenidos que previamente estaban prohibidos o mantener su postura al respecto.
La mayoría de los padres desconocemos el tiempo que realmente pasan nuestros hijos conectados a Internet. Pensamos que solo se conectan en el estudio o en el comedor de casa un rato cada día, pero no tenemos en cuenta las conexiones que hacen con las videoconsolas, con los móviles, las horas que dedican en casa de otros compañeros o amigos, el uso que hacen en las aulas de acceso libre de colegios o bibliotecas o las horas que dedican antes de irse a dormir con el portátil y la red inalámbrica que tenemos en casa para poder conectarnos desde cualquier habitación. Al final el cómputo total de horas es importante y como demuestran las estadísticas, creciente.
Internet ha avanzado mucho y los contenidos que ofrece también. Hemos pasado de una red de velocidad lenta, centrada en datos y texto, a otra cargada de interacciones entre personas y de contenido multimedia.
Es cierto que es una herramienta poderosa y nuestros hijos la utilizan para completar su formación y hacer los deberes: traductores, diccionarios, atlas, fotos, enciclopedias, publicaciones, tutoriales, etc. También es verdad que gracias a los contactos por Internet pueden conocer a personas con los mismos intereses o gustos y que pueden encontrar soluciones a problemas o colaborar entre varios compañeros sin necesidad de reunirse en la casa de alguno de ellos.
Read more: A qué peligros están sometidos nuestros hijos en Internet